"Roma", entre el fanatismo y el odio visceral: una reflexión

Irving Torres Yllán

“Roma” la más reciente película de Alfonso Cuarón se ha convertido en todo un fenómeno mediático en México, desde su filmación el regreso al país de uno de los “Three Amigos” fue objeto de una inusual cobertura para una película nacional, parecía que todos querían poder ser parte de lo que se consideraba el retorno del hijo pródigo, el descenso de uno de los dioses del Olimpo a las cloacas locales.

Tras su paso por el Festival Internacional de Cine de Venecia y ganar el León de Oro la locura se apropió de todos, pronto todos querían verla y nos preguntábamos de qué forma se iba a dar ese encuentro,  recordando que muchos meses antes la cinta había sido vendida a Netflix para su distribución mundial. Parecía que sólo aquellos afortunados en ir a Festivales de Cine podrían verle en pantalla grande, Morelia, Los Cabos, su paso provocaba tumultos para conseguir boletos, para verle.

Cuando se anunció que tendría un estreno limitado en salas de cine, casi todos enloquecieron cuando se hizo público que ni Cinépolis o Cinemex tendrían esta cinta en sus salas, esto debido a que no tendrían la ventana de exhibición mínima que piden antes de que el producto se encuentre disponible en plataformas o formato casero, la ira que provocó en aquellos que interpretaron este acto como un sabotaje al cine nacional en lugar de un juego de negocios ya es legendaria.

¿Fue correcta la decisión de Alfonso Cuarón y los productores de vender la cinta a Netflix? Eso es algo que sólo ellos saben, en los hechos lo único que hizo fue poner que existen varias pequeñas salas que pueden exhibir el cine mexicano que no llega a las grandes cadenas, aunque lo cierto es que ellas no tendrán el respaldo del nombre del director para jalar gente a las salas, a la plataforma, creo que abre una ventana muy interesante a la cual muchos pequeños productores temen y que quizá ya es momento de que le entren al toro por los cuernos y asuman es el momento de voltear a ella.

La polémica desatada ante el choque de los intereses tanto de las exhibidoras como el de la distribuidora lleno durante días las páginas de los periódicos, pero visto en perspectiva, sólo queda aplaudir lo que en realidad fue, una campaña que Netflix activó para un producto que sabía no llegaría a salas, una campaña que le rindió frutos al poner la cinta en boca de todos, no importa quién tiene la razón, la mercadotecnia es el gran ganador y sin duda la plataforma de streaming ha sabido hacerlo.

Tras su paso por festivales y su estreno en algunas salas, el siguiente punto de la polémica fue la misma película, pareciera que con “Roma” solo hay pocas opciones: la amas, la odias, tratas de mantenerte en el centro sólo para ser acusado por algún sector de favorecer al otro, al mismo tiempo. A casi un par de meses del estreno hay mucho de donde hablar sobre las reacciones de la cinta.

Por un lado tenemos a aquellos la aman y consideran es una obra maestra, que es la mejor película de la historia, que es la cinta viene a revolucionar al mundo del cine, opiniones que van de todos tipos y formas, por un lado tenemos a los fans from hell del director que alabarán todo aunque no les parezca así; tenemos a los críticos que se sienten forzados a hablar bien de ella ya que al ganar tantos premios internacionales el decir algo contrario les haría parecer que no saben apreciar cine; tenemos a aquellos que han hallado en la cinta una catarsis genuina que les hace amarle y compenetrarse con ella, los que no les importa lo técnico o el hype, sino el placer les ha dado; tenemos a los que sí han hallado en ella elementos técnicos que le hacen superior a otros trabajos y que lo argumentan de forma coherente.

Por el otro lado tenemos a los que odian la cinta, quienes ven en “Roma” el ejemplo perfecto del cine aburrido mexicano que se exhibe en festivales de cine, hecho para complacer a las miradas extranjeras, a los esnobistas del país, el que es hecho para complacer sólo al director y sus amigos, el que encumbra a no actores sobre los actores; los que se han deslumbrado por la película pero no lo quieren aceptar para verse diferentes; los que no encuentran nada de valor en la cinta; los que argumentan de forma coherente el por qué no es una obra maestra.

¿Quién tiene la razón? Complicado decirlo, es muy difícil dentro del país el poder hacer un análisis completamente objetivo de la cinta, influye completamente el nombre del director y lo que provoca en cada quién; influye el cine al que uno está acostumbrado a ver: influye las expectativas que se tenían de ella.

En lo personal creo que la cinta no es la maravilla que quieren ver en ella, tampoco es la basura que quieren ver en ella. Es una buena película: es intimista sin caer en el cáncer del cine contemplativo; es excesivamente larga y abusa de la casualidad para hacer avanzar sus escenas, exige creer que todo va embonando de forma natural. Creo que Yalitza logra transmitir la angustia y fuerza de su personaje, aunque es Marina quien logra tener un personaje que evoluciona brutalmente en la cinta. Tiene una terrible dirección de niños actores, insoportables y poco naturales. Deja ir la oportunidad de hacer un cuestionamiento político duro y real a una época y lo deja sólo en la referncia, aunque sin importancia, con una sutileza casi invisible.

En la parte técnica es indudable que estamos ante la película mexicana mejor producida de la historia, su presupuesto de casi 15 millones de dólares hace palidecer los 20 millones de pesos máximo que puede acceder una película vía EFICINE, y Cuarón sabe hacerles rendir, además se rodeó de lo mejor el dinero puede contratar.

Es así como tenemos uno de los diseños de producción más impactantes del cine mexicano, Eugenio Caballero y Bárbara Enríquez crean un mundo de recuerdos que conecta con la época de inmediato, sin ellos la cinta no tendría la fuerza visual tiene. Y sólo hay algo que supera al diseño de producción y es su diseño sonoro, Sergio Díaz, creo un parteaguas dentro del cine nacional, el audio utiliza de forma brutal las posibilidades del Atmos y muestra el camino a seguir con él, enseñando que no se debe ser una cinta de acción para que éste luzca.

Sobre la fotografía debo reconocer que no me parece nada impresionante el trabajo, mucho de lo que se alaba en ella en realidad tiene que ver con el departamento de Caballero/Enríquez, el blanco y negro es correcto, pero el movimiento de cámara es mecánico, repetitivo, muchos podrán argumentar tiene que ver con que busca representar un recuerdo pero se vuelve monótono tras cada repetición, sin dejar de mencionar que sí tiene una secuencia magistral, casi al final, ese extraordinario plano secuencia que nos sumerge al mar, que nos purifica, que nos libera.

Roma” será sin duda una de las grandes ganadoras en la noche del Oscar, a un par de semanas me atrevo a pronosticarlo, y no por sus cualidades cinematográficas, hay que recordar que a la Academia le pesa en la actualidad más cosas extracinematográficas, no tengo dudas que se convertirá en “The Hurt Locker” o “Moonlight” de este año, las cuales ganaron para satisfacer los gritos de protesta de algunos grupos y no porque fueran lo mejor del año, y al igual que ellas, en menos de un lustro, no se hablará sino para recordar a las que no ganaron en su momento por no premiar lo que debería ser premiado. Y no sólo les pesará el nombre de Cuarón, el hecho de que les enseña había ya un México civilizado en la década de 1970, también les pesa, y de forma clara, los más de 20 millones de dólares que Netflix ha invertido en la publicidad de la misma, más de lo que costó la película: fiestas, regalos, inserciones pagadas, espectaculares, todo eso les va a redituar en la noche de premios.

Y repito, no estoy diciendo que “Roma” sea una mala cinta, es un trabajo sobresaliente, pero por debajo de cintas como “Niños del Hombre” (Children of Men), vamos, ni siquiera es la mejor película de Alfonso Cuarón como director, podría mencionar por lo menos otras dos aparte de la ya mencionada. En México funciona por el nombre del director, por el hype, por muchos motivos, pero eso no la hace la mejor película mexicana de la historia como algunos se han atrevido a decir. Muchos de los que la han visto, amado y odiado, no le habrían prestado atención si fuera firmada por Mengano de Tal. El tiempo colocará en su lugar correcto la cinta, pero es posible siga el camino de “Marty”.

Roma” se encuentra disponible a través de Netflix, les recomiendo verla con un home theater o una barra Atmos, en caso contrario, se perderán una buena parte de la experiencia.

Los invitamos a leer nuestra reseña publicada en su estreno durante el Festival Internacional de Cine de Morelia 2018, así mismo los invitamos a mandar sus comentarios a Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla. sobre este texto.

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