“Destino Final: Lazos de Sangre” un reinicio afortunado

¿Hasta dónde puede llegar una franquicia de terror en su premisa? No existe una respuesta exacta para ello, pero pareciera que estas sagas son el gran ejemplo para reciclar ideas, reinventarlas, convertirse en precuelas o spin offs, incluso rebootearlas o hacerles un remake después del tiempo pasado. Ni siquiera los grandes clásicos ni los más temidos villanos del terror se han salvado de ello. En medio de todo esto, ahora toca el turno a la vengativa muerte y su desquiciado plan en “Destino Final: Lazos de Sangre” (Final Destination Bloodlines), que, catorce años después de la última entrega, vuelve para darle otro giro a su sangriento linaje.

A pesar de que todo parecía haber concluído después de la olvidable cuarta entrega y de cerrar de forma sorpresiva el ciclo con la quinta, que resulta ser una precuela de aquella que comenzó todo en pleno año 2000, los directores Zach Lipovsky y Adam Stein (Freaks, 2018) encontraron la forma de revivir ingeniosamente las trampas mortales a través de algo que ninguna entrega previa tenía: la familia. El relato, ambiciosamente, decide comenzar mucho tiempo atrás, en la década de los sesenta, donde el ambicioso estreno de una gran torre se convierte en el punto de origen de todo.

Iris (Brec Bassinger) llega a este evento con su chico, Paul Campbell (Max Lloyd-Jones), sin saber que la fiesta y oportunidad de ensueño para cimentar las bases de su relación se convertirá en una masacre en cadena. Ante la clásica visión de la tragedia, Iris logra evitar la tragedia y salvar incontables vidas, todo un clásico en estos filmes desde su origen. Pero esto, en tiempo presente, es una pesadilla recurrente para Stefani Reyes (Kaitlyn Santa Juana), quien pronto descubrirá el origen de ese terrible sueño y que, a veces, los lazos de sangre son tan fuertes como la muerte misma.

Destino Final: Lazos de Sangre” es, por mucho, la cinta de esta franquicia que más se toma en serio, dándole como resultado algunas ventajas y otras cuestiones no tan agradables. Se agradece, por ejemplo, que el relato sea de los más pensados desde Destino Final 2 (2003), pues al delimitar la historia solamente a los miembros de una familia y la dinámica entre ellos al ser amenazados por los planes de la muerte termina por alimentar de buena forma el absurdo de las muertes, logrando buenos chistes y algunas muertes que serán memorables, así como el coqueteo hacia el pasado de la saga con guiños que le dan un gran factor nostálgico sin depender de ello.

El problema con ese mismo planteamiento resulta en que, a pesar de seguir la fórmula establecida, el drama familiar se siente tan telenovelero a ratos que cansa. Pero es cuando de verdad estalla la violencia y la muerte comienza a hacer sus diabluras que la cinta mejora mucho. Aunque Santa Juana y compañía no resultan tener el carisma de otros protagonistas de la franquicia (Devon Sawa, Mary Elizabeth Winstead o Ali Larter), si tiene la suficiente química para que la desgracia familiar compartida se sienta natural, logrando chispazos mala leche que mantienen a flote el filme.

Aunque no es la primera vez que esos temas serios se abordan en la franquicia, pues ya previamente el dilema de la pérdida y la no aceptación de la muerte permeaba conm chispazos, si es la entrega en la que se siente mayor peso justo por no ser una banda de desconocidos, sino porque comparten un lazo a pesar de lo rotas que sus relaciones estén. Sumado a ello, tenemos también la sentida despedida a uno de los personajes emblemáticos de la saga, Tony Todd, que logra un momento tanto emotivo como memorable, dejándonos una sentida despedida y recordándonos que, a veces, si te metes con la muerte las cosas se complican. Es un gran detalle que dediquen el filme a su figura.

Sorpresivamente, “Destino Final: Lazos de Sangre” también es la que mejor banda sonora tiene de toda la saga. Aunque existía el factor de las canciones como compañeras de algunas muertes, aquí se lleva a otras alturas al usar artistas como Johnny Cash con “Ring of Fire”, “Shout” de los Isley Brothers, e incluso “Spirit in the Sky” de Norman Greenbaum o “Without You” de Harry Nilsson, dándole un contraste irónico al sangriento desfile de muertes bien complementadas por la labor de Tim Wynn, que suma una nueva colaboración con Lipovsky y Stein para crear esa atmósfera que radica entre el temor y la risa, sello característico de estas historias.

Hablando de las muertes, esta sexta entrega nos ofrece una gran secuencia de inicio que, si bien adolece en algunos aspectos de lo visual, se convierte en una locura interesante que funciona como adecuado detonante de esta resolución final. Desde que sucede la primera muerte posterior a eso, Lipovsky y Stein abrazan la locura de los planes mortales y crean una que otra escena digna de la galería de toda la franquicia con todo y la chiclosa snagre falsa que nos avientan en cara. Además, abrazan las cintas anteriores para envolver, como lo hizo la quinta en su forma de precuela, a toda la saga y darle un sentido final al porqué de toda esta fiesta de muerte y destrucción que funciona.

A pesar de que el arranque del filme resulta un tanto atrabancado, “Destino Final: Lazos de Sangre” sobrevive a la propia muerte que la franquicia había tenido hace 14 años para revitalizar e inyectar nueva vida a la misma, dándole un cierre digno a todo lo hecho hasta ahora y colándose por ahí entre lo más efectivo de una saga que cumple 25 años y ofrece de buena forma el entretenimiento que promete con sangre, muerte y un desenlace con todo y homenaje a una de las más brutales muertes que existen en la historia de sus seis filmes. Y es que, aunque no queramos, hay veces que la muerte nos da risa.

Destino Final: Lazos de Sangre” (Final Destination Bloodlines)

Dirección: Zach Lipovsky / Adam Stein

Guión: Guy Busick / Lori Evans Taylor

Con: Kaitlyn Santa Juana, Teo Briones, Richard Harmon, Owen Patrick Joyner, Anna Lore, Brec Bassinger, Tony Todd

Distribuidor: Warner Bros. Pictures

Fecha de estreno: 15 mayo 2025 (México) 16 mayo 2025 (Estados Unidos)

País: Estados Unidos 2025

Duración: 110 minutos


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