Los estudios sobre los cuentos son tan numerosos como el material que estudian. Y nos enfrentamos a una odisea si nos adentramos a las fuentes orales de donde los hermanos Grimm tomaron las historias que tan bien conocemos actualmente.
En la actualidad son poco conocidas las diversas historias en las que los hermanos Grimm basaron los cuentos maravillosos que Disney ha llevado a la pantalla, ya sea en animación o con actores de carne y hueso. Y es que las historias originales que vienen de la tradición oral son crueles y sin concesiones, muchos de los cuentos se considerarían absolutamente inapropiados para los niños de hoy en día; a diferencia de los cuentos de hadas que Disney nos cuenta.
Sin intención de hacer un análisis del cuento popular y de todo lo que rodea a la creación de éste, quiero enfatizar en una de sus funciones más destacables. Y es que los cuentos populares eran usados para advertir y enseñar a los pequeñ@s de la realidad que pronto iban a enfrentar. Sin el invento moderno de la adolescencia, l@s niñ@s pasaban directamente a ser adultos, no había un intermedio y la realidad no tenía concesiones con nadie.
Así que la tradición oral ayudaba en la transición de la inocencia a un mundo donde los peligros eran latentes y la muerte siempre estaba presente. Pero como toda creación artística está ligada a su contexto social. Mientras los cuentos populares servían de introducción al mundo de los adultos, los cuentos de hadas tratan de enseñar de una manera menos agresiva y dura la misma realidad.
Así que al ver Maléfica no pude menos que decepcionarme. En pantalla se nos presenta el porqué de una villana que al final de cuentas no es ni tan mala ni tan villana. No pude evitar enojarme ante el hecho del deseo actual de querer dignificar a los malos.
Otro ejemplo es Megamente (Megamind, 2010). Megamente se nos presenta como un villano cómico, básicamente un villano al que nada le sale bien pero que no se rinde en querer coronarse como el más malo entre los malos. Sin embargo, mientras conocemos más del personaje vemos que Megamente no es tan malo y que fue la marginación y las constantes humillaciones que sufrió de pequeño (actualmente el muy popularizado término inglés bullying) que lo llevaron a desearle la desgracia, que él mismo sufrió, a todos.
¿Pero es tan malo querer entender el mal? No. Sin embargo, el mal es tan necesario como el bien. Tan sencillo como el Yin y Yang; ambos se complementan pero no siempre hay una razón y muchas veces no es la razón que se espera.
Y es que la ola de violencia que se vive tanto en México como en el mundo nos lleva a realizarnos la pregunta sin respuesta ¿por qué?
Dentro de los cuentos, no hay necesidad del porqué del malo. El malo existe porque debe existir, porque tiene su función, al igual que todos aquellos elementos que forman parte del cuento. Y es que el mal está presente y se debe aprender a lidiar con él, nos guste o no.
Sin embargo, después de ver Wicked, la obra musical actualmente en cartelera, pude ver a Maléfica desde otro punto de vista.
Sigue en parte decepcionándome porque tengo una cierta afinidad a los malos de los cuentos, son parte fundamental y poco apreciada. Pero Maléfica es resultado de nuestra actualidad, es desde muchos puntos vista el resultado de un mundo donde los buenos se han convertido en seres corruptos, insidiosos, traicioneros; mientras que la única característica de los malos es que son diferentes. En Wicked, Elphaba es verde y tiene el poder de la magia, y Maléfica es una hada y vive en armonía con su entorno.
Por otro lado, es fundamental mencionar el texto escrito por Hayley Krischer para el Huffington Post sobre la escena de violación dentro de la película. Y es que la maldad, ya no es negra, ni tiene cuernos, ni llega con fuegos verdes ni mucho menos la podemos señalar a primera vista.
El mal actual se escabulle, se adueña primero de nuestros corazones para después drogarnos y despojarnos de todo.
Y es aquí donde Maléfica tiene su lugar. Más allá de contar la historia desde el punto de vista del “villan@”, la película de Disney (sin querer o sin estar consciente) va más allá de lo planeado. Siempre y cuando uno se tome el tiempo de ver a través de lo aparente.
Maléfica no es nada más que un hada feliz que vive en un mundo sin reyes ni reinas, sin ambiciones que pudren el corazón ni buscan dañar al otro. Su único error fue el confiar ciegamente en un hombre cegado por el poder.
Si bien el momento en que Maléfica es despojada de sus alas y se da cuenta del porqué Stéfano lo hizo, se convierte en la villana del cuento, no podemos decir que es mala. Stéfano la traicionó, la drogó y mutiló. Compartiendo la visión de Krischer, Maléfica fue violada, fue despojada de su poder (su habilidad de volar) y ahora busca restablecer su poder, retomar su lugar en el mundo.
Vemos a un Stéfano que se convirtió en Rey gracias a un acto vil, un Rey que no busca redimirse y cuando es confrontado por Maléfica su reacción inmediata es el deseo de asesinarla.
Aquí ya no hay blancos ni negros. El Rey que en el cuento representa la bondad, la opulencia de su pueblo; en la película es la locura, la ceguera resultado de la ambición del poder y el odio a aquello que no se puede poseer ni controlar. Mientras que Maléfica deja a un lado la inocencia y la bondad, por el dolor y la venganza.
Por otro lado, tenemos la ausencia de la figura maternal. La madre de Aurora sólo aparece en una escena para luego enterarnos que muere. Las hadas madrinas son tres seres molestos, sin gracia y con el humor de pastelazo que las hace insoportables así como inolvidables.
Lo que da pie a la relación de Aurora y Maléfica, no como polos opuestos sino como madre e hija. Aurora es todo lo que Maléfica fue antes de la traición de Stéfano. Es un espejo doloroso para la hada sin alas y de ahí el repudio (que ni es tanto) a la chiquilla de ojos maravillados y risa inocente.
Maléfica entabla sin que sea su intención el papel de tutora, de madre y de hada madrina. Aurora se vuelve su contraparte, y Maléfica se da cuenta de que la maldición a la que condenó a Aurora es injustificada.
El crecimiento como personaje de Maléfica es el de retomar su lugar natural en el mundo, el de retomar su fuerza sin causar daño a quienes no tienen culpa alguna y luchar contra aquel que causó el mal en primer lugar.
Tampoco hay que olvidar el remedio para la maldición: “El beso del verdadero amor” (A true love’s Kiss). Y es que Disney ha optado últimamente en redimirse en cuestión de personajes femeninos donde el amor no es el de una pareja, sino el de la familia. Lo hemos visto en Valiente y en Frozen.
Disney le da un giro nuevamente al significado del “verdadero amor” y lo lleva a mostrar que el verdadero amor es el de una madre a una hija. Aquel que no tiene una carga sexual ni erótica sino el de proteger y que logra hacer que Maléfica entienda qué camino es el que debe tomar.
El personaje del príncipe azul queda relegado a un mero momento cómico y prácticamente un afiche bonito pero sin utilidad. Sin embargo, el que esté presente muestra que también es parte de la vida de Aurora, o mejor dicho, será parte de su vida sólo que como otro tipo de amor.
Y antes de terminar, regreso brevemente a Wicked. La razón de la mención de este musical que sé está un poco alejada de su versión original, la novela. Es porque tiene la misma función que Maléfica, sólo que con un toque ligero y divertido.
Wicked muestra la historia detrás de la bruja malvada de Oz que no era malvada y sólo luchaba en contra de las mentiras del Mago de Oz y la tiranía que estaba ejerciendo en pro de la modernidad.
Y es que tal vez, a través de los villanos podamos entender y enseñar a los más pequeños que este mundo lo diferente no es malo y que por estar en una posición privilegiada (véase Rey, Presidente, etc) no es ser inherentemente bueno.
Tal vez si la historia de Maléfica fuera puesta en otro personaje que no tuviera la carga que tiene este personaje de cuentos de hadas, no tendría el mismo impacto. Sin embargo es una historia donde el amor prevalece a pesar de momentos, que si los extrapolamos a la vida real, nadie quisiera vivir.