Francis Ford Coppola entrega con “Megalópolis” (Megalopolis. A fable) su más reciente cinta, una gran obra que parece resumir las obsesiones de su carrera en un trabajo excesivo, monumental, ambicioso, pero que jamás cae en lo pretencioso o lo hueco, una cinta que retrata la decadencia de la cultura norteamericana en una fábula que, sin duda, dividirá a las audiencias, pero que le dará grandes placeres a los que puedan ver más allá de lo que a simple vista parece mostrar.
Cesar Catilina es el director de la Autoridad de Diseño en la Nueva Roma, chocando por sus ideas progresistas y humanistas con el alcalde Cicero. En la lucha por construir “Megalópolis” una ciudad utópica que busca diseños amigables para el futuro, se terminará enfrentando a conflictos políticos, al desprecio de su familia y, sobre todo, a la lucha contra su ego.
Coppola realiza con “Megalópolis” un complicado relato sobre la lucha de lo inmediato contra lo que permanece, de las necesidades artísticas contra el deseo de complacer masas sin mayor sentido, de la destrucción, de la importancia del tiempo. Todo con una fastuosa representación que nos lleva a ver en los Estados Unidos a una Roma moderna, con sus excesos, tanto arquitectónicos, como de poder, como sexuales.
La cinta es protagonizada por Adam Driver, quien crea un personaje que logra transitar en la pantalla de lo insoportable a lo humano, a lo carismático, alguien cuya obsesión con dejar algo que no sea olvidado y ayude en algo a la humanidad le podría costar la vida. Con él luce Nathalie Emmanuel (nuestra amada y admirada hacker de la saga de “Fast and Furious”) como la hija del alcalde, quien primero como un acto de venganza se acercará a él y terminará siendo un puente de unión con su padre, interpretado por Giancarlo Esposito, quien despliega sus mejores momentos como un político cegado por el deseo de cambiar las cosas con soluciones inmediatas pero insuficientes a largo plazo. También destaca la siempre fascinante Aubrey Plaza, el regreso triunfal a películas importantes de Shia LaBeouf. En papeles de soporte lucen Jon Voight, Kathryn Hunter y Laurence Fishburne, quien funge como narrador de este atípico drama, así como Dustin Hoffman en un breve pero importante papel.
La cinta tiene sin dudas y sin ocultarle, un abierto mood que alude a Shakespeare, es como si el autor hubiera nacido en la antigua Roma y estuviera narrando una fábula de la época. Todo mezclado con la filosofía de Ralph Waldo Emerson y su movimiento trascendentalista, quizá descansando demasiado en su frase “No seas empujado por tus problemas. Sé guiado por tus sueños”.
Como toda fábula lo que importa es la moraleja y, en esta ocasión, parece aludir a la importancia de comprender que el tiempo, si bien no lo podemos controlar, si depende de nosotros el uso que le demos y la forma en que juguemos con él. De la poca importancia que tienen las riquezas y lo que se le da valor cuando no tiene mayor futuro que complacer un deseo fatuo de poder, de ambición.
Y si en la narrativa descansa en ellos, la parte visual le debe mucho a las visiones de Fritz Lang y “Metrópolis”, usando todo lo que ha aprendido de montaje y manejo de cámaras para crear una película que apabulla al espectador, con imágenes oníricas y metafóricas, con secuencias circenses, con grandes revueltas, con una oscuridad que sólo puede ser vencida por la luz del sueño, una mirada hecha del material con el que están hechos los sueños.
Coppola decide hacer de “Megalópolis” su testamento fílmico, una cinta que más allá de sus impresionantes imágenes, descansa en diálogos que como dardos envenenados golpean al espectador, con frases como “si pretendes ser bueno el mundo no te toma en cuenta pero si eres malo te mata”, o “cuando saltamos a lo desconocido es cuando probamos ser libres”, una cinta donde su realizador acepta que su mayor contribución le deja al mundo es su arte, sin importar el dinero que puede hacer o perder en el camino.
Una de las cuestiones importantes de la cinta es la reflexión que conlleva el pensar en que decisión tomar cuando la vida te ofrece todo lo que has deseado a cambio de sacrificar tu más grande sueño, qué tan fiel eres a tus ideas, a tu ser. ¿Hasta donde puedes estirar la cuerda sin que ésta te estalle en la cara? Es el ver como la humanidad puede soñar con un mejor futuro cuando está poseída por su pasado, el que cual ancla, le impide avanzar del todo.
También señala como el descontento de la población puede llevarle a ésta a abrazar opciones políticas que parecen comprenderles, cuando en el fondo sólo buscan el poder por una ambición desmedida a éste y todo lo que puede dejarles en beneficios, imposible no pensar en la figura de Donald Trump o en la del expresidente de México, López Obrador, figuras que exacerban el descontento social para satisfacer sus propias ambiciones, filias y fobias.
“Megalópolis” es una película compleja y que obliga al espectador a entrar a su juego, de quien espera tenga conocimientos mínimos de la historia romana, que sea capaz de maravillarse con los duelos de ingenio por el poder, que se indigne por las traiciones y logre hacer las analogías que la cinta retrata con su realidad, haciéndole reflexionar y debatir.
“Megalópolis” encontrará su lugar en la historia en algunos años, dándole el reconocimiento y respeto merece, una obra digna de su realizador, una obra que cuestiona las relaciones de poder, que pone el dedo en la importancia del arte, de la empatía humana, que sugiere que el camino a seguir para la humanidad es algo utópico y quizá inalcanzable pero que vale la pena soñar con ello y perseguirle.
La cinta forma parte de las galas del Festival Internacional de Cine de Morelia, donde tendrá una exhibición con la presencia de Francis Ford Coppola.
Los invitamos a ver el tráiler.
“Megalópolis” (Megalopolis. A fable)
Dirección: Francis Ford Coppola
Guión: Francis Ford Coppola
Con: Adam Driver, Giancarlo Esposito, Nathalie Emmanuel, Aubrey Plaza, Shia LaBeouf, Jon Voight, Laurence Fishburne, Kathryn Hunter, Dustin Hoffman
Distribuidor: Zima Entertainment
Fecha de estreno: 27 septiembre 2024 (Estados Unidos) 24 octubre 2024 (México)
País: Estados Unidos 2024
Duración: 138 minutos