Críticas
Los Hámsters y La Comedia De Las Negaciones
Tijuana es la ciudad escogida para narrar un día en la historia de una familia convencional que se desmorona de una manera también convencional: el padre en sus últimos cuarenta ha perdido el empleo desde hace días pero no ha querido avisarle a su familia, llevando a cabo el simulacro diario de salir a su trabajo para buscar un nuevo lugar en el mundo laboral cerrado ya para alguien de su edad, mientras las deudas de la casa se le acumulan y el compadre ya no puede prestarle más dinero. La madre ya no tiene para el gimnasio ni para los servicios del edificio departamental donde viven, pero las atenciones de su entrenador la mantienen en tensión sexual irresuelta, mientras se da cuenta que su hija se encuentra en una relación lésbica. La hija adolescente se la pasa de pinta picando y calentando a su amiga de la escuela que la quiere de pareja, mientras el novio desconoce que él y su rival femenina se encuentran en el limbo de la indecisión juvenil. Y para cerrar este día de miopías asumidas como evasión, el hijo joven descubre que su novia está embarazada –y estupefacta por la noticia- mientras una serie de sueños con su hijo aún por nacer, le obnubilan a este la visión de un presente en el que reprueba exámenes y donde invita a su profesor a hacer lo que quiera con él, para luego echarse acobardarse. Las consecuencias de todo esto terminarán por imaginarse –en la mente del espectador- de manera también convencional.
Día de Fiesta en la Oficina, el desmadre del sueño Godínez
En épocas navideñas siempre se estrenan cintas que tienen como ambiente el mundo navideño, buscando crear la hermandad que algunos buscan en estas fechas, siempre buscando destacar los valores humanos de las personas. Ocasionalmente llega dentro de este tipo de cintas alguna que decide sacar toda la mala leche acumulada durante el año, a veces con resultados fallidos y otras con buena fortuna, como es el caso de Fiesta de Navidad en la Oficina (Office Christmas Party) la cual sin buscar descubrir el hilo negro se divierte con los clichés de estas cintas.
Poesía Sin Fin, cerrando ciclos personales
La nueva cinta del director Alejandro Jodorowsky, Poesía sin Fin inicia donde culmina La Danza de la Realidad y seguimos el camino del director hasta su salida de Chile rumbo a Francia. Al igual que su antecesora es un enorme retrato imaginario –mas no ficticio- de la vida del artista. Si bien no tan lograda como la anterior, tiene momentos que fascinan e invitan al espectador a la reflexión.
Alejandro llega a Chile con sus padres pero cuando debe tomar la decisión de convertirse en doctor o seguir su camino dentro de la poesía, el rompimiento con su padre es inevitable. Fuera del yugo familiar se involucra con un grupo de artistas que continúan moldeando su personalidad y descubriéndole el mundo. Entre la gente conoce tenemos a Enrique Lihn, Stella Díaz Varín y Nicanor Parra.
L'Odyssée, regresando al mundo marítimo
Jacques-Yves Cousteau es uno de los aventureros más importantes del siglo XX, varias generaciones han crecido soñando con seguir sus pasos y conocer el mundo marítimo de la forma él lo hizo. Sobre su vida existen varios documentales que le siguen explorando los secretos de la fauna marina. Ahora, en el 2016, se estrena un biopic dirigida por Jérôme Salle y protagonizado por Lambert Wilson, Pierre Niney y Audrey Tautou: L'Odyssée.
La familia Cousteau vive toda junta en una casa a orillas del Mediterráneo durante el verano de 1946. Bucean, ven las estrellas y sin embargo Jacques no es feliz. Él quiere vivir aventuras, y la tranquila vida que lleva junto a su mujer e hijos no le completa lo suficiente. Con el paso de los años, cuando ya se le conoce alrededor del mundo gracias a sus descubrimientos e inventos, comienza un viaje a bordo del buque Calypso junto a su hijo Philippe, con el que mantenía una relación a distancia. Ambos dejarán de lado sus diferencias hasta que la tragedia les sorprenda.
Sólo Es El Fin Del Mundo y lo ordinario extraordinario
Un hombre gay regresa a su pueblo francés para reencontrarse con su familia –con la que ha mantenido contacto a través de públicas y escuetas postales- y con la alienación que le hizo alejarse de ese grupo hambriento de amor y lleno de sutiles reclamos.
En Sólo es el fin del mundo (Juste la fin du monde), Dolan deja de retar al encuadre y privilegia los extreme close ups (muchas veces oblicuos o subliminales) para retratar a esta familia disfuncional de seductores alienados que bien podría haber salido de un filme de Bergman; deja de desarrollar la neurosis de sus personajes y de la situación para concretarla en escenas que eluden siempre nombrar el conflicto, estando justo en el conflicto (¡); y se enfrenta al fin a divas y monstruos cinematográficos franceses actuales que escalan este filme de manera ascendente en su propia carrera.