Los Hámsters y La Comedia De Las Negaciones

HamstersTijuana es la ciudad escogida para narrar un día en la historia de una familia convencional que se desmorona de una manera también convencional: el padre en sus últimos cuarenta ha perdido el empleo desde hace días pero no ha querido avisarle a su familia, llevando a cabo el simulacro diario de salir a su trabajo para buscar un nuevo lugar en el mundo laboral cerrado ya para alguien de su edad, mientras las deudas de la casa se le acumulan y el compadre ya no puede prestarle  más dinero. La madre ya no tiene para el gimnasio ni para los servicios del edificio departamental donde viven, pero las atenciones de su entrenador la mantienen en tensión sexual irresuelta, mientras se da cuenta que su hija se encuentra en una relación lésbica. La hija adolescente se la pasa de pinta picando y calentando a su amiga de la escuela que la quiere de pareja, mientras el novio desconoce que él y su rival femenina se encuentran en el limbo de la indecisión juvenil. Y para cerrar este día de miopías asumidas como evasión, el hijo joven descubre que su novia está embarazada –y estupefacta por la noticia- mientras una serie de sueños con su hijo aún por nacer, le obnubilan a este la visión de un presente en el que reprueba exámenes y donde invita a su profesor a hacer lo que quiera con él, para luego echarse acobardarse. Las consecuencias de todo esto terminarán por imaginarse –en la mente del espectador- de manera también convencional.

Sin embargo, en el cine mexicano hay pocos buenos ejemplos de humor negro –recuerdo los de Rogelio Gónzalez, José Estrada y su hijo Luis- y una de las razones por la que Los Hámsters no es nada convencional e ingresa a este canon, es debido a la contención elegante de su realización: una jaula a la que son sometidos los personajes por un director con mano férrea ante un guión que se podría haber deslizado al terreno del melodrama cómico o a la comedia chabacana con la que actualmente se intenta salvar la programación nocturna de Televisa.

Crítica a la familia nuclear y a la crisis económica que acaba por devaluar la moral familiar y del individuo, Los Hamsters es también una jaula de frontalidades, de expresiones vacías y de inercias visuales contrastando la puesta estilizadísima con diálogos naturalistas –lo que, por otro lado, no acaba de empatar en este casi perfecto homenaje a Wes Anderson.

Hermosa fotografía, buenas actuaciones y una narración tersa. Junto con el filme de Roberto Sneider Me estás matando, Susana, quizá la mejor comedia mexicana estrenada comercialmente este año.

Los invitamos a ver el tráiler y otra perspectiva de esta cinta.


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