Una joya de la cinematografía mundial, injustamente olvidada por casi todos, es Orfeo Negro (Orfeu Negro), dirigida por el francés Marcel Camus y que en 1959, en su estreno, ganó la Palma de Oro en el Festival Internacional de Cine de Cannes y que se llevó el Oscar a Mejor Película Extranjera en 1960. Una cinta que le reveló al público europeo la riqueza de la música brasileña y que a pesar del tiempo conserva gran parte de su impacto y atractivo inicial. Como el título lo indica es una adaptación del mito de Orfeo, quien desciende a los infiernos para rescatar a su amada, trasladado a las favelas.
Rio de Janeiro, Orfeo se gana la vida como conductor de tranvías y músico, feliz con su novia Mira. Durante la semana de Carnaval, cruza la mirada con Eurídice, una chica que ha llegado a la ciudad huyendo de un acosador, y de inmediato surge una atracción. Resulta que la prima de Eurídice, Sarafina, es amiga de Orfeo y Mira, por lo que el joven no tarda en volver a encontrarse con su misterioso objeto de deseo, que se le acerca bailando una provocativa samba mientras lleva puesto un vestido de su prima. Mira se pone hecha una furia cuando descubre la identidad de la bailarina, pero esa no es la mayor preocupación de Orfeo, sino que Eurídice está siendo acechada por la Muerte, que la persigue entre la multitud que se agolpa festejando en las calles y la conduce hasta una morgue.