La isla de Fogo, ubicada en Canadá, es un terreno áspero, poco amigable, lleno de soledad y sin habitantes. Ante la escases de todo, la gente ha huido y pocos habitantes viven en la isla, sobreviven en ella, aferrándose a un lugar que les rechaza y les hunde. Esa es la historia que Yulene Olaizola presenta en su nueva cinta Fogo, donde reflexiona sobre lo que podría suceder en la isla si se ordenará, de nuevo, el abandono de ella.
Yulene apuesta por una cinta contemplativa, pasiva completamente, donde en apariencia no pasa nada y en el fondo, no pasa nada, pero se transmiten muchas cosas. Una película de una escasa hora de duración que se siente eterna, con una belleza visual que sin embargo no justifica lo que sucede en ella.