Una vez al año llega una película que en apariencia promete llevarte a caminos ya conoces, a temas ya has visto mil veces, con chistes que ya reconoces aún antes suenen, con canciones que te gustan y harán soportable lo que ves en pantalla y no te harán sentir perdiste dos horas de tu vida, pero que cuando arranca comienza a moverte algo, a interesarte en verdad por lo que pasa en pantalla, que te hace identificarte con alguno de los protagonistas y que te hace identificar a tus amigos en ellos, que te hace recordar otras cosas desde una perspectiva fresca y natural, ese es el caso de Sing Street, el nuevo largometraje de John Carney (Once, Beging Again), una agradable sorpresa que sin duda querrás ver más de una vez.
El cine de terror anda de capa caída este año, los grandes estrenos se han convertido en gracejadas que dejan mucho que desear. Así fue con la ultrafallida El Conjuro 2 (The Conjuring 2 Wan) o con El Niño (The Boy) que a pesar de sus expectativas no lograron convencer ni atrapar del todo. Es por eso que ante el estreno de Cuando Las Luces Se Apagan (Lights Out) no esperamos nada del otro mundo, aunque en realidad la película sea bastante entretenida, nada original, pero capaz de tensarte en algunas escenas y hacerte salir con la sensación de no haber perdido el tiempo en la sala de cine viéndola.
Paul es asesinado en su lugar de trabajo por lo que parece ser una aparición sobrenatural. A su muerte su esposa, Sophie, y su hijo Martin, sufren la perdida en su casa. Cuando ella comienza a comportarse de una forma extraña, él escapa y busca a su hermanastra, Rebecca, quien junto con su pareja, deberán luchar contra el extraño ser que parece obstinado en destruir a toda la familia.