El libro de El Hobbit es para muchos una obra menor de J. R. R. Tolkien, es un libro para niños, sencillo, lindo, divertido y que funciona en la imaginación de cada uno de los lectores. Sin embargo, para lograr su adaptación al cine la obra tenía que sufrir cambios para que la historia fuera visualmente atractiva.
Lamentablemente los cambios que se vislumbraron desde la primera película, se vuelven, en esta segunda parte, exagerados, desbordantes y un tremendo desastre (en términos de adaptación). Por otro lado, hablando estrictamente de la película como una entidad separada, la segunda entrega de El Hobbit es todo lo que se espera de Peter Jackson, una cinta llena de acción, momentos divertidos, personajes únicos y un dragón inolvidable.
Así que la segunda parte de El Hobbit es una de las peores adaptaciones, pelando un lugar con las adaptaciones al cine de Percy Jackson. La cinta se convierte en un obra del director, más no de Tolkien. Peter Jackson utiliza la historia de El Hobbit para darle forma a su propia visión, intercalando historias que ligan la película con lo que sucede en El Señor de los Anillos, agrega personajes que se siente forzados y todo para mostrar un amorío interrracial.